Comentario de la novela Redoble por Rancas de Manuel Scorza


Comentario de la novela Redoble por Rancas de Manuel Scorza

Manuel Scorza
Género : Realismo mágico, Novela psicológica
Perú, 1,970

Redoble por Rancas


“Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad”

Montesquieu (1689-1755) Escritor y político francés.

Por alguna razón, a unos más que a otros nos atraen los dramas, al leerlas nos indignamos y hasta vertemos algunas lágrimas, quizás sea por el recuerdo del sufrimiento de nuestros ancestros, como si el alma fuera una sola y reviviera antiguos momentos de dolor.
Esta novela recoge la tragedia por partida doble de los campesinos de la comunidad de Rancas en los andes centrales del Perú, primero, por la compañía minera Cerro de Pasco Corporation que en los años 50s contaminó su espacio vital, causó la muerte de muchos  y los despojó de sus tierras, y segundo, por los 30 años de abusos de un juez y a la vez hacendado, que maltrataba a los campesinos haciéndolos sentir que tenía el poder de hacer con ellos lo que se le antojaba.

Después de que a vista y paciencia de las autoridades locales y nacionales, la Cerro de Pasco Corporation, envenenó las tierras de cultivo, se apropió de  más de quinientas mil hectáreas. Una tarde en que los campesinos volvían de sus faenas agrícolas, se encontraron con una alambrada que les impedía el paso, el camino estaba cortado y lo que normalmente les tomaba una hora de camino, se convirtió en el triple de tiempo, y por más que preguntaron quien  puso el cerco ahí, nadie les dio razón.

Por su parte, el juez Montenegro, todo un personaje, era el rey del pueblo,  cacheteaba a quien se atrevía a contradecirlo. El comisario, el maestro de escuela, el subprefecto y con más razón los campesinos, probaron el peso de su mano, y no contento con eso, se resentía con ellos por haberlo hecho enojar, les quitaba el habla y hacía que le pidan perdón a veces por meses y cuando al fin se dignaba perdonarlos era en actos que todo el pueblo presenciaba, una vez, un campesino le lanzó accidentalmente una pelota, como castigo, mandó a que lo saquen de su choza y la cierren con candado, obligándolo a dormir a la intemperie junto con toda su familia y así por los 6 meses que le tomó al campesino construir un muro alrededor de la cancha, es decir, el juez aplicaba la ley a su antojo, a unos los encerraba en el calabozo y a otros los obligaba a trabajar en su hacienda sin salario, y no había a quién quejarse.

La gente se hartó de reclamar que las autoridades hagan valer su derecho a la propiedad de la tierra y al  libre tránsito, pero nadie los escuchó, eran quechuahablantes y analfabetos, o sea, invisibles, hasta que un dìa la indignación creció tanto que decidieron recuperar ellos mismos sus tierras, junto a su ganado ocuparon los terrenos, llegó la Policía y los reprimió violentamente, ese día hubieron muchos muertos y muchos otros fueron injustamente condenados a prisión.

Esta conmovedora historia retrata la manera en que los campesinos de Rancas vivían por esos años y lo más triste es que ese mismo escenario se repitió en muchos otros pueblos de nuestra serranía donde las autoridades acostumbraban torcer las leyes en su propio beneficio. Otro punto trascendente en esta historia es el papel que jugaron los dueños de las haciendas, la historia registra que eran como señores feudales, los peones vivían dentro de su hacienda, eran de su propiedad, les gustaba decir que eran como sus hijos, pero en realidad, los trataban peor que a entenados, los hacían vivir en un régimen de terror, trabajaban todo el día, no les pagaban sueldos, en presencia del amo, tenían que agachar la cabeza, sino los agarraban a golpes, además, se conoce la figura de los caporales que eran otros peones que por orden del patrón,  castigaban a los que flojeaban. En un capítulo de esta novela, se narra que quince peones de la hacienda El Estribo fueron envenenados después de que le plantearon al patrón su deseo de formar un sindicato, como había que informar la causa de la muerte, en el certificado anotó desfachatadamente que se trató de un infarto colectivo, en otro capítulo, se habla de otro hacendado que llevaba minuciosamente la cuenta de las niñas que cumplían 15 años para pedir que las lleven a su dormitorio, muchas tenían hijos del patrón, esa fue una práctica extendida en todas las haciendas de la costa y de la sierra. 

Han sido días de lectura intensos, he sentido una pena profunda, me he indignado y hasta he llorado, pero también me alegré mucho cuando por fin encontraron a una autoridad que los escuchó, un maestro de escuela  que a los 30 años fue aclamado por la gente de Cerro de Pasco para que sea su alcalde, desde entonces, Genaro Ledesma dedicó su vida a defender los derechos de los campesinos, gracias a gente como él, los campesinos  se enteraron que tenían derechos y que las autoridades estaban para servir al pueblo y no para servirse de ellos, aun así, cuando el alcalde fue a la empresa a preguntar por el cerco, ahí mismo, se acordaron que la alcaldía les tenía una deuda por el alumbrado público, (la Cerro de Pasco Corporation también era propietaria de la empresa de electricidad), y que de no pagar, les cortarían la luz, y así lo hicieron, la ciudad estuvo a oscuras 9 meses, Genaro Ledesma purgó prisión por estar del lado de los campesinos, pero su esfuerzo valió la pena,  unos años después, la Reforma Agraria terminó definitivamente con las haciendas que eran el mecanismo de abuso y opresión a los campesinos. 

Esta es en definitiva una novela bellamente escrita con recursos de la poesía y del realismo mágico, muy  amena y de fácil lectura. Manuel Scorza, su autor, tuvo el coraje de contarle esta historia al mundo, la novela fue publicada en 1,970 y traducida a 25 idiomas.
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