Esta imagen de un toro hecho en cerámica empezó a ser promocionado
como Arte Peruano por parte de un grupo
de los pintores Indigenistas por los años 40. José Sabogal, Alicia Bustamante, Julia
Codesido, Camilo Blas y otros, fundaron el Instituto de Arte Peruano con el objetivo
de revalorar y difundir la obra de los
mejores artesanos de todas las regiones
del país. En ese tiempo se empezó a configurar el sentido de arte peruano como
el resultado del mestizaje, lo resultante de la mezcla entre la concepción andina
y la influencia hispana.
Los toritos ya eran de uso popular en la provincia de
Azángaro en Puno, los pobladores los colocaban sobre el techo de las casas para
que protejan el hogar, traigan prosperidad y espanten a los malos espíritus, se vendían en los
mercados y en todo lugar donde había concentración de gente.
Así fue como llegaron a la estación del tren de Pucará, que
en ese tiempo hacía una parada ahí. Los viajeros que iban en el tren de de Puno
a Cuzco, entre ellos muchos turistas
extranjeros, empezaron a adquirirlos, los toritos empezaron a ser apreciados en
Lima y también en otros países. Con su venta, no solo se conoció al torito como
figura decorativa sino por su significado sincrético mágico que cautivaba a
quienes lo compraban.
LOS CERAMISTAS
Los alfareros de la zona de Santiago de Pupuja en Azangaro,
Puno, se destacaron por la elaboración de objetos en barro desde tiempos
precolombinos, luego con la llegada de los españoles fueron incorporando a su
trabajo nuevos figuras como los toritos y otros.
AL TORO LO TRAJERON
LOS ESPAÑOLES
El ganado vacuno en general llegó con los españoles y el toro de lidia, para las Corridas de Toros,
impresionó a los hombres del ande, quienes empezaron a posicionarlo como símbolo
de fuerza telúrica y bravura. El toro
empezó a ser incorporado en los ritos andinos de cosecha, en el Yahuar Fiesta en
Huancavelica, el Pascua Toro en Ayacucho y otros, de esa manera fueron quedando
en la tradición popular.
TORITO DE PUCARA
ESTILIZADO
Hoy, tal como los pintores indigenistas lo quisieron, el Torito de Pucará es un símbolo de la
peruanidad. Sigue vivo y se ha
revalorizado aún más en los últimos años gracias a la intervención de
artistas contemporáneos; se ha puesto más elegante, moderno, estilizado, tiene más
decoración y colorido, ahora se
construyen en madera, resina y otros materiales, adornan salas, parques y las colecciones de arte más exclusivas.
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